El Áfido

Los áfidos (Aphidoidea) son una superfamilia de insectos fitopatógenos del suborden Sternorrhyncha. Existen cerca de 4.000 especies de áfidos clasificados en 10 familias; de estos, unas 250 especies son plagas para los cultivos agrícolas y forestales, así como para jardinería. Poseen un tamaño que oscila entre 1-10 mm. Anatómicamente, su característica más relevante es la posesión de un estilete en su aparato bucal, estructura capaz de atravesar la epidermis de las plantas hasta llegar al floema: mediante succión, los áfidos liban la savia vegetal. Este hábito alimentario es la causa de su carácter fitopatógeno: provocan un retraso en el crecimiento debido al parasitismo que realizan; además, transmiten otros agentes fitopatógenos, es decir, actúan como vectores.También se les llama pulgones.
Aphidoidea contiene la mayoría de las familias extintas de especies de áfidos. Dos familias adicionales, Phylloxeridae y Adelgidae, se encuentran situadas en la superfamilia Phylloxeroidea. Aunque la evidencia fósil sugiere que Aphioidea se diversificó al tiempo que lo hacían las primeras angiospermas, en el Cretácico temprano, podría ser que la familia fuera mucho más antigua. De hecho, los Prociphilini (Pemphigidae), Mindarus (Mindaridae) y Neophyllis (Drepanosiphidae) podrían ser más antiguos que las coníferas. Se considera el mínimo estimado en la edad del taxón en 140 millones de años, si bien se postula una edad de 200 millones.1 La mayoría de las familias de áfidos se extinguieron en el límite K-T (entre el Cretácico y el Terciario), junto con los dinosaurios y otros taxones; después, radiaron en el Mioceno.
Existe una gran discrepancia en la nomenclatura de los taxones que subdividen al grupo. Por ejemplo, en algunos casos se prefiere una denominación de subfamilia, con sufijo '-inae', con preferencia sobre la de '-idae', que es la habitual. La jerarquización taxonómica es difícil hoy día debido a la gran disparidad de enfoques y a la falta de algunos elementos clave en el registro fósil
El Áfido compone a la diversa familia de fitopatógenos, es decir, insectos que se alimentan del floema de las plantas transmitiendo patologías a las mismas; y se ordena en el subconjunto de los Sternorrhyncha, término que alude a su configuración física. Del total de especies de Áfidos, que ronda los 4100, se distinguen 10 grandes familias. 

El nombre vulgar aplicado a este individuo es el de pulgón. Unas 260 especies de pulgones se consideran altamente riesgosas para los sembrados, los bosques, los jardines municipales y los privados. Una curiosidad propia de este pequeño animal es que se estipula su existencia en el Cretácico temprano.

Su familia muta su coloración de acuerdo a la ubicación geográfica y a la alimentación, pudiendo lucir carmesí en un punto del globo, verdinegra en otro, mentolada en regiones húmedas, y chocolate en la proximidad de la montaña. Lo que permanece invariable es un tamaño no superior a 1 cm.

El cuerpo se presenta como un cilindro irregular, extremadamente frágil, con patas muy largas, delgadas y articuladas. La forma del cuerpo del pulgón también se ha comparado con la de una lágrima o una pera. El desplazamiento es cadencioso, pareciendo deliberar consigo mismo antes de dar un paso con alguna de sus ocho extremidades.

El Áfido introduce, al alimentarse, un fino miembro succionador en el tallo o piel de la planta. Este procedimiento lo conduce a la savia fotosintetizada, de la que se sirve grandes porciones. La planta que aloja una comunidad de pulgones desfallece gradualmente, a veces sólo detiene el ritmo de su crecimiento, otras, se seca por completo.

Cuando una planta comienza a verse con sus hojas enrolladas, metidas hacia adentro, es muy factible que se deba a la invasión de este insecto. Lo mejor en estos casos es revisar los recodos del tallo, así como la parte anterior de las hojas. También es notoria la presencia de la plaga por la savia oxidada que brota de las heridas del vegetal.

Hay dos modos en que el Áfido puede ser ahuyentado y, en algunos casos, eliminado. Uno de ellos consiste en generar un contra-ataque con la cría o la incorporación al hábitat plagado, de aquellos individuos que se configuran como enemigos naturales de los pulgones. Algunos de sus predadores son la mosca carnívora y la mariquita.

En cuanto al método químico de ahuyentamiento, lo más apropiado es realizar una medrosa consulta a los especialistas, ya que los compuestos de estos productos resultan extremadamente nocivos para el medioambiente, incluyendo a la propia especie humana.




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